Visión de desarrollo: Crecimiento físico vs. Construcción de ciudadanía



Alvaro Mier Barzón (*)
Santa Cruz de la Sierra, 26 de febrero de 2009



Para realizar una observación crítica o un análisis con mediana profundidad sobre el desarrollo de una ciudad debemos tomar en cuenta todos o la mayoría de los aspectos que le conciernen, entre ellos su infraestructura de servicios, su institucionalidad, su cultura, su aspecto urbano y espacial (su organización física y tamaño), su economía, su aspecto social, su gobernabilidad y tipo de administración, etc.
Los cruceños tenemos la tendencia de alegrarnos cuando escuchamos que Santa Cruz de la Sierra está cada vez más grande, más desarrollada, casi siempre estos términos usados están referidos a su tamaño, a su extensión superficial y muy por el contrario de lo que se piensa su crecimiento en tamaño, sin el acompañamiento de los otros aspectos citados y en las condiciones que este sucede, son más un perjuicio que un beneficio.
La ciudad tiene sólo en su radio urbano más de trescientos ochenta y cuatro millones de metros cuadrados, 38.475 hectáreas para ser exactos según datos del PLOT (Art. 24), eso significa que nuestra ciudad es un tercio del tamaño de Los Ángeles, Rio de Janeiro y Moscú, la mitad del tamaño de Nueva York, dos veces el tamaño de Buenos Aires y tres veces y media más grande que Paris. Estos datos no significan nada si no están relacionados con la cantidad de gente que vive en las ciudades, el dato clave es la densidad poblacional, en eso, a excepción de Los Ángeles que tenemos una densidad ligeramente superior, estamos muy por debajo de las demás, el caso más ilustrativo es Paris, que a pesar de que somos 3,65 veces más grandes tenemos solo un quinto de su densidad, 4.057 vs. 20.433 en Hab./Km2. (**)
Todos estos números que parecen anecdóticos, reflejan lo que se viene repitiendo hasta el cansancio en estudios y diagnósticos sobre la ciudad, que la ciudad sufre del problema de la baja densidad poblacional. Este dato, significa en términos prácticos, la dificultad desde el punto de vista económico de llevar la infraestructura de redes de servicios como el agua, luz, pavimento, alcantarillado, gas, internet a toda la población a un costo viable para el prestador del servicio, sea este público o privado, lo que impide a la mayor parte de la población acceder a estos servicios.
En los últimos años, los esfuerzos para disminuir la brecha entre la oferta y la demanda de servicios se convirtieron en una preocupación central en la administración municipal y las instituciones que tienen que ver con la ciudad y aunque se pueden ver algunos resultados de obras en salud, educación, parques, drenaje pluvial y pavimento, esta tarea todavía es insuficiente para recuperar la década perdida y para mínimamente empatar o achicar, en términos de resultados, la gran brecha dejada y causada por el crecimiento con baja densidad. Es así que la visión de desarrollo y bienestar se subordina casi que exclusivamente a la construcción de obras.
Este hecho, producto de la necesidad, va forjando una visión predominante de desarrollo de corte infraestructuralista. Nos hemos olvidado casi por completo, aunque ya hay voces que lo sugieren, de la construcción de ciudadanía. El gobierno local puede y debe impulsar las estrategias para alcanzar mejoras sustanciales en la convivencia de la ciudadanía, no solo mediante acciones jurídicas o de vigilancia y control o mediante cambios políticos y administrativos o en la construcción de infraestructura, estos cambios son fundamentales pero no suficientes.
La clave está en el fomento de la Cultura Ciudadana. Para que estas dos palabras no suenen huecas, me permito citar su concepto definido en el Plan de Desarrollo “Formar Ciudad 1995-1997” de la Alcaldía Mayor de Santa Fé de Bogotá, Colombia, Cultura Ciudadana es: “el conjunto de costumbres, acciones y reglas mínimas compartidas que generan sentido de pertenencia, facilitan la convivencia urbana y conducen al respeto del patrimonio común y al reconocimiento de los derechos y deberes ciudadanos Estas acciones deben incidir sobre la manera como los ciudadanos perciben, reconocen y usan los entornos sociales y urbanos y cómo se relacionan entre ellos en cada entorno”
En dos años más, Santa Cruz de la Sierra cumplirá 450 años desde su fundación, sentemos las bases y aceptemos el desafío de convertir estas dos palabras en programas y políticas públicas, los beneficios del cumplimiento de las normas por voluntad propia y no sólo por imposiciones legales, traen de manera transversal, beneficios en todos los aspectos citados al comienzo de este artículo. Ese debe ser el aporte que todos los cruceños hagamos por el desarrollo de nuestra ciudad, para vivir bien.
(*) Arquitecto
(**) Datos referidos a las ciudades sin tomar en cuenta sus aéreas metropolitanas

1 comentario:

juan marcelo castro melgar dijo...

buen artículo, espero que el verdadero plan B pueda colaborar con esto...salud y libertad.

http://elverdaderoplanb.blogspot.com